1/8


A veces no me doy cuenta de que nada tiene sentido. A veces pienso en comer o pienso en pensar, a veces creo que es importante bailar, salir, conocer. Algunas veces me parece importante escribir, escuchar música o reflexionar, y se me olvida que nada tiene sentido. A veces, sólo a veces, me es importante enamorarme, tener amigos, conocer a mi familia y dejar que me conozcan a mí. A veces se me olvida que no tiene sentido oír una canción o leer un libro mientras la oigo o lo leo; a veces no me doy cuenta de que no tiene sentido la vida cuando me baño con agua caliente, cuando me cepillo los dientes, cuando me voy a dormir y cuando despierto en las mañanas. A veces pienso en el fútbol, en ella y en ellos, y se me olvida que no va a pasar de ser nada, que no va a durar más de lo que dure el tiempo.

A veces, en esos momentos, todo vale la pena y todo tiene sentido, todo es eterno.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La quimera de la felicidad: Un enigma cada vez menos indescifrable


La filosofía se ocupa de las grandes preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué nos sucederá después?. El avance científico de los últimos dos Siglos ha conseguido “conectar” la explicación mediante el método de su mismo nombre y, poco a poco, la Felicidad se ha vuelto la piedra filosofal que conecta todas nuestras preguntas. Es una auténtica quimera, y la especulación individual se presta rápida y simple para dar respuesta a nuestra existencia, invadidos nuestros sentidos de señales que nos indican cómo resolver esta pregunta, afirmación o razón de todo: La Felicidad... ¿Qué es? Trataré de explicar mi propia medicina contra la infelicidad y, para evitar implicaciones subjetivas, nada mejor que parafrasear al científico popular más reconocido de España en su libro “Viaje al optimismo” -Eduard Punset- donde desarrolla el principal problema que he encontrado para sentirnos felices:



El matemático y físico Freeman Dyson ha resumido mejor que nadie esa supeditación de los humanos a distintas fijaciones o responsabilidades. El destino de nuestra especie está configurado por seis escalas de tiempo diferentes. Sobrevivir implica competir con éxito en las seis, aunque la unidad de supervivencia es distinta en cada escala. Si se consideran los años individualmente, la unidad es la persona. En una escala del tiempo de décadas, la unidad es la familia. En una escala de siglos, la unidad contable es la tribu o la nación. En la escala de milenios de años, la unidad es la cultura. En una escala de décadas de milenios, la unidad es la especie. En una escala de eones, la unidad es toda la red de vida en el planeta. Todos los humanos son la adaptación a las seis escalas del tiempo y sus unidades. Por ello arrastramos contradicciones profundas en nuestra naturaleza.”



Intuitivamente podemos comprender este hecho, y es fácil identificar las causas de nuestra infelicidad si analizamos en cuál de estas escalas del tiempo estamos fallando. Una persona enfocada en la existencia individual exclusivamente suele ser exitosa pero infeliz, pues logra un desarrollo de si mismo que no completa nuestra profunda psicología biológica. Los radicales del proteccionismo medioambiental sufren con la muerte de cada ballena, las noticias de extinciones de especies y la urgencia de sobrevivir como parte de un ecosistema de seres vivos más allá de nuestra especie. Mi mujer, bióloga y radical activista de estas causas, es para mi un ejemplo de este segundo suceso y mi padre, empresario sufridor de la crisis española, del primer ejemplo. Entre medias conseguimos variados ejemplos que podemos identificar en nuestros conocidos y familiares y es que, la Felicidad, no es sino el equilibrio entre nuestras seis posiciones en nuestro espacio de vida. “Planta un árbol, ten un hijo y escribe un libro” era el resumen intuitivo de este suceso. La cultura, la familia y el respeto por nuestro entorno, necesitado de control para la autosuficiencia en sostenibilidad, son las grandes bazas de estas seis capas por intuición de muchos. Yo añado de forma particular una segunda “norma” a la felicidad y es el equilibrio entre la ambición y el conformismo. Muchas veces enseño mis puños y les llamo como tales, “Ambición” y “Conformismo” y es que debemos saber mantener un balance correcto de satisfacción por estar como estamos y la búsqueda de mejorar esta situación, sea cual fuere. Si ponemos más de un lado de la balanza podemos caer en una espiral de dejadez (exceso de conformismo) o en una insatisfacción constante en desarrollo, pues el mejorar es siempre posible y la perfección escapa de la realidad hasta un punto platónico de la existencia.



Es decir, la quimera de la Felicidad es desde la época de la antigua Grecia una condición indescifrable filosóficamente, pero por suerte para nosotros el avance científico ha descubierto que no solo el cerebro es una máquina de enfriar el corazón (“mantén la cabeza fría” viene de este pensamiento intuido por nuestros antepasados) sino que además hemos descubierto el desarrollo biológico y comprendido de forma más profunda nuestra razón de la existencia. Las claves de la Felicidad, a mi modo de entender la vida, son:

  1. Comprender nuestros objetivos vitales en nuestros seis planos del tiempo:
    1. Como individuos: ¿Sabemos qué tenemos para sentirnos conformistas y qué mejorar para ser ambiciosos por y para nosotros mismos?
    2. Como familia: ¿Sabemos valorar el contexto de nuestros antepasados y el hecho de haber mejorado culturalmente respecto a los abuelos de nuestros abuelos, con casi total seguridad sufridores del entendimiento de los niños como adultos no desarrollados y permitido el maltrato familiar? Conformarse con el simple hecho de que, nuestros padres y madres y los padres y madres de ellos tuvieron vidas con casi total seguridad más complicadas que las nuestras. Y ser ambiciosos en entender cómo mejoraremos las de nuestros sucesores (hijos, sobrinos, nietos) en un juego de principios que entendamos elementales.
    3. Como tribu o nación: ¿Valoramos el derecho conseguido hace solo tres o cuatro generaciones, cuando las crisis eran estados de guerra y las crisis mataban en vez de quitarnos el dinero, como sucede ahora? Personalmente agradezco esto. Debemos ser igualmente ambiciosos y mantener un estado de productividad cultural o económico dentro de los márgenes de la legalidad, solicitando mejoras de lo conseguido y siendo partícipes de este estado de derecho conseguido en tantos países.
    4. Como cultura: ¿Sabemos apreciar la apertura a la libre comunicación, las búsquedas “online” y traducción simultanea, el acceso cuasi infinito al conocimiento humano? Debemos ser ambiciosos igualmente y tratar de aportar, como hacemos todos en blogs, charlas, redes sociales y demás medios nuestro aprendizaje.
    5. Como especie: ¿Valoramos los derechos de los últimos ciento cincuenta años, donde razas, géneros y culturas se han hecho iguales poco a poco por norma o deseo social? La aceptación de las guerras por estas causas está mal visto por medios y sociedad de forma unánime, en un constante avance hacia la igualdad de derechos y condiciones, con derechos elementales prácticamente establecidos en el mundo entero o todos en la búsqueda de ellos. No nos extraña ver un presidente de color en EEUU ni una mujer en el poder de la siempre poderosa Alemania, nos parece “normal” y este avance es la causa de muchas generaciones, incluida la nuestra, que debe seguir -para nuestra propia felicidad- este camino.
    6. Como seres vivos: ¿Apreciamos el desarrollo cada vez más extendido de los derechos de los animales, el deseo popular por el respeto al medio y la diferencia que existe respecto a unos siglos atrás, cuando eran entendidos como meras “cosas” sin capacidad de sentir? Desde el siglo pasado el desarrollo de organizaciones en pro del medio ambiente ha sido espectacular, y nuestra aportación es la masificación continua de estos movimientos, llegando a involucrarse en la política, medios y subiendo peldaños en las preocupaciones humanas. No debemos conformarnos con lo que tenemos, y las campañas de reciclaje de Canadá, con más de un 80% de conscientización, por ejemplo, son incluso más agresivas que antaño.



Comprender nuestra aportación como meros momentos de la vida en todas estas facetas y establecernos objetivos claros en las 6 facetas del tiempo generan, sin lugar a dudas, una increíble Felicidad. Saber lo que tenemos sin haberlo perdido y buscar una mejora continua en las mismas, es sin duda una necesidad humana que, pese a nuestras opiniones individuales, es cada vez más necesaria para nuestra supervivencia y felicidad. Cada vez es menor la quimera, y nuestra auténtica crisis no es como individuos, ni como especie ni cultural, mucho menos de naciones... Es nuestra necesidad de un equilibrio individual del entendimiento de nuestra existencia y la comprensión de ser Conformistas y Ambiciosos en partes iguales. Estoy seguro de que el enigma terminará de resolverse con nuestras aportaciones a estas seis capas del tiempo de las que tenemos que sentirnos orgullosos de participar con nuestra efímera y filosófica vida...



...¿Por qué estoy vivo? Para ser Feliz.

1 comentario:

  1. Creo que si, que todo esta en el equilibrio de todos nuestros actos y pensamientos.A veces hay que ser agresivos y otras veces con calma tomar decisiones, el problema es saber como y para eso tenemos el don de la palabra, nada como un buen "amigo" cuando uno está perdido

    ResponderEliminar

Gracias por tu argumento!